Ramesh Richard

¿Existe algún término mejor para describir a los cristianos que adhieren a la autoridad de la Biblia en todos los aspectos de la fe y la práctica?

Tal vez sea el momento de un nuevo plural que refleje la autocomprensión de los cristianos, un sustantivo diferente que abarque a todos los creyentes y seguidores de Jesús, al que pertenecerían sin problemas todas las teologías y denominaciones evangélicas. ¿Puede un nuevo sustantivo plural liberarnos del encasillamiento negativo que existe en nuestro clima cultural?

¿Me permiten sugerir una palabra a la que los evangélicos no podríamos negarnos, si es que somos verdaderos cristianos y aún deseamos encontrarle sentido (y otorgárselo) al mundo en el que vivimos, y al mismo tiempo alcanzar a las personas con el mensaje eterno de salvación de Jesús? Un sustantivo al que es difícil oponerse mientras presionamos por mantener la coherencia en las creencias y la autenticidad de la conducta.

Tras haber celebrado no hace mucho el 500º aniversario de la Reforma, y a modo de continuar con la tradición de Lutero, un hombre que sin autoridad sintió la responsabilidad de desafiar las sensibilidades teológicas predominantes, ¿por qué no un nuevo sustantivo? ¿Qué tal comenzar a decir: Soy parte de los bíblicos?

El sustantivo cristianos implica una carga emocional más allá del arco del Atlántico Norte. En la India (mi tierra natal), antiguos y erróneos argumentos siguen generando una antipatía conveniente hacia los cristianos como occidentales. El hecho de que el cristianismo no haya tenido sus orígenes en Occidente y que ahora cuente con más adeptos  no occidentales puede ayudar a recuperar el apelativo que se dio por primera vez a los creyentes y seguidores de Jesús en el Nuevo Testamento (Hechos 11:26), pero todavía no hemos llegado a ese punto.

El primer uso que hizo Martín Lutero de evangelium en el siglo XVI dio lugar a la palabra evangélico 100 años más tarde, durante el Gran Despertar. Qué término tan elevado, transliterado de forma creativa y adaptado de forma natural a partir de una palabra compuesta en griego (eu+angelion), que lleva la bondad y la alegría incluidas en su propia naturaleza. Llegó a emplearse bastante en Estados Unidos en el siglo XIX, tanto que el año 1976 fue declarado “el Año del Evangélico”. Pese a estar lleno de significado para los conocedores, el sustantivo era -y es- menos ofensivo que cristiano para quienes no lo son en gran parte del mundo. En la calle Villat de Alepo (Siria), evangélico resulta muy bonito para los que son nuevos en las iglesias y se encuentran en situación de necesidad económica. La iglesia evangélica allí es conocida por ser la única que acoge a quienes otros rechazan.

No obstante, en Estados Unidos, la imagen de los evangélicos se ha visto contaminada por duros estereotipos, sobre todo durante los últimos ciclos electorales. Nuestro hábito sociológico de etiquetar a las personas según las generaciones (boomers o milenials), las persuasiones (calvinistas o arminianos) y los colores (por ejemplo, “rojos y amarillos, negros y blancos, todos son preciosos a sus ojos”) fija en las mentes los significados involuntarios de las palabras.

El término Bíblicos aún no admite la falaz apelación a la emoción de los no evangélicos. No suscita interpretaciones competitivas contra un aparente grupo de votantes que se inclina por la derecha. Puede reunir las muchas corrientes consonantes y disonantes de los cristianos evangélicos, y se aplica a todas las generaciones, persuasiones y etnias que creen y siguen a su Señor Jesucristo tanto en su conversión personal como en la expresión pública de sus convicciones bíblicas.

Ciertamente, requiere un ajuste personal y público. Permítanme simplificar (de más) las compensaciones lingüísticas con un gráfico:

Evangélicos vs Bíblicos

Opciones Ventajas Desventajas
Evangélicos
  1. Históricamente apropiado
  2. Teológicamente rico
  3. Geográficamente aceptado (es decir, donde la iglesia de Cristo está creciendo)
  1. Malentendido en la actualidad
  2. Sociológicamente deficiente
  3. Marginal donde la Iglesia de Cristo está en declive
Bíblicos
  1. Menos carga emocional (en la actualidad)
  2. Alinea de forma natural a los evangélicos
  3. Potencial razonable de aceptación
  1. Neologismo para adaptarse al entorno cultural
  2. El uso generalizado puede llevar tiempo

No me gusta pensar en perder la palabra evangélico. Debido a que se refiere básicamente a aquellos que adhieren a la persona, la obra y la misión de Jesús como el evangelio, evangélico es lo que soy en cuanto a mi identidad teológica. Además, es lo que soy en cuanto a mi propósito personal: compartir las buenas nuevas de Dios sobre la salvación eterna garantizada en el Señor Jesús, quien la ofrece a toda la humanidad. Yo soy un cristiano evangélico.

A su vez, me molesta seguir utilizando esta palabra en Estados Unidos, mi tierra de adopción. Desde hace varias décadas, en Estados Unidos crece un sentimiento miope. La palabra evangélico ha llegado a significar muchas cosas que no son. Esta sana descripción de los cristianos que creen en la Biblia (pero que no solo la hojean) ha sido definida políticamente como antipopular, antiprogreso, anticiencia, etc. Varios sectores del público se han vuelto antievangélicos, incluso cuando a los evangélicos se les acusa de estar en contra de todo.

Podríamos dejar de utilizar el término evangélico en un país tan politizado como Estados Unidos, donde el número de personas que asisten a la iglesia se ha estancado. Y aún así, sería posible conservar su maravilla y su verdad en el resto del mundo, donde la iglesia se está multiplicando, y donde los creyentes tienen pocos reparos en cuanto al contenido bíblico y la expectativa del término.

Puede que el uso del término “bíblicos” permita la autoidentificación sin causar vergüenza ni malentendidos en ninguna parte. Podría generar confianza entre los seguidores sin temor a un entorno mediático que emplee argumentos falsos y una investigación defectuosa. Cabe esperar que permanezca un tiempo, al menos unas cuantas décadas.

A lo mejor el término evangélicos supera el mal uso y la percepción errónea, y acaba por devolvernos su significado original. Pues así podríamos distanciarnos de los evangélicos políticos para pasar a ser, valga la redundancia, evangélicos bíblicos. Eventualmente, si es necesario, separaremos esa palabra mal percibida del principio fundamental y nos llamaremos simplemente bíblicos. Mientras que el sustantivo evangélico se utiliza para hacer referencia a una persona concreta, bíblico sigue siendo estrictamente un adjetivo. Aunque podrían llamarnos bíblicos de forma colectiva. Este sustantivo, al igual que otros delicados, desaconseja el uso de un epíteto singular, al menos por el momento. Podría ayudar a clarificar que, entre los bíblicos, hay muchos evangélicos de convicciones compatibles, aunque diferentes. Habrá que acostumbrarse… como a la mayoría de los adjetivos convertidos en sustantivos. Esperemos que no pasen otros 500 años.

Una posdata para los amigos (no enemigos) de los evangélicos, comprometidos a creer en el evangelio, amar a Jesús y cumplir con la Biblia: ¿Qué opinan ustedes? ¿Debemos esperar a ver qué pasa? Espero sus ideas y opiniones a ramesh@rreach.org.

Ramesh Richard sirve como presidente de RREACH, un ministerio de proclamación global, y profesor de Compromiso Teológico Global y Ministerios Pastorales en el Seminario Teológico de Dallas.